Tengo derecho a ser una mala artista

Ahora que he empezado a exponer mi obra… me viene mucho a la mente el mismo temor: ¿Y si mi trabajo es malo? Que antes solo lo veía yo, pero ahora que lo estoy mostrando al mundo… La preocupación aparece mucho más a menudo. Y es que si escribo mucho sobre el error y la equivocación es porque una parte de mí necesita reforzar ciertas ideas. Que lo interesante es el proceso. El viaje. Disfrutar del camino, aprender de los errores. Son las vicisitudes de una mujer perfeccionista.

Sin embargo, pienso que este concepto perfeccionista no está en mí por casualidad. Pienso que tiene algo de cultural. Y si me pongo a pensarlo un poco más, y voy más allá… pues no sé si es exclusivo de mi generación. Tal vez en la Edad Media también sufrían de perfeccionismo, y querían ser la perfecta cristiana. Y si no, pues pecado mortal.

Y creo que a veces pasa algo así con el Arte. Que si no vas a ser súper buena, ni te molestes oye. Pareciera que una solo puede ser artista si es buena. Y si una amiga tuya te dice que ha empezado a trastear con unos lápices de colores y te enseña su primer dibujo entusiasmada, tú te alegras por ella infinito. Ha hecho una pequeña incursión en el hecho artístico, le ha gustado, se ha expresado. Tú estás emocionada, es una maravilla. Te sientes feliz por tu amiga. Pero luego vas tú, que quieres desarrollar tu obra, y te fustigas porque lo que te sale no tiene el nivel suficiente. Tú has de ser una gran artista, de nacimiento casi. Porque arte solo es el de los “Grandes Maestros”.

Tengo una opinión muy firme acerca del hecho artístico, que no es sino la expresión de una misma. Tanto individual como colectiva. Lo que pasa es que luego está la industria del arte y el mercado del arte que ha ido generando ideales y grandezas para generar expectación. Y en el camino…. Algo que era la necesidad de expresión humana, se ha convertido en una especie de actividad misteriosa que solo unos pocos seres talentosos son capaces de desarrollar, y llevar hasta extremos impensables para la mayoría.

Y sí, la verdad es que quien se pone manos a la obra y dedica mucho tiempo a desarrollar un conjunto de ideas y formas plásticas, puede llegar hasta límites insospechados. Es más, creo que, la inquietud por seguir trabajando en el hecho plástico con intención de ir más y más allá forma parte intrínseca del acto creador. Tanto en personas que se dedican profesionalmente a ello como en personas aficionadas.

Pero desde aquí quiero reivindicar el derecho de toda persona a expresarse artísticamente, y a mostrar y exhibir su trabajo y su identidad creativa, aunque su trabajo no esté muy desarrollado. Aunque tenga elementos simples y mal encajados. Aunque el pulso tiemble y el trabajo parezca inacabado, o sin fuerza, sin fuelle, sin chispa, con mucho por mejorar. Reivindico el derecho a ser una mala artista pero a la vez disfrutar del maravilloso acto creador. Y sobre todo, a contar lo que sea que una tenga que contar, aunque sea un tímido titubeo.

Ojalá el mundo se llene de malas artistas que expresen su yo y digan cosas que tienen dentro y el mundo necesita oir, y se desahoguen y se calmen y sientan alegría y dicha. Y el resto del mundo pueda contemplar y disfrutar todas estas voces y puntos de vista.

Ojalá.

Y tal vez después de mucho expresar y mucho desarrollar (porque la dicha nos hace seguir creando y la inquietud del acto creador nos hace intentar hacer mejor aquello que estamos haciendo), quizás, y solo quizás, algún día lleguemos a ser buenas artistas. O muy buenas incluso.

Pero, tengamos derecho a ser mala artistas y a estar en paz con ello.

2 comentarios en «Tengo derecho a ser una mala artista»

  1. Todos somos artistas. Somos autores de nuestra propia vida, que es nuestra mejor obra
    y nadie la puede hacer mejor que yo mismo.
    Gracias Zuriñe por compartirnos tu vida.

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    • “Somos autores de nuestra propia vida, que es nuestra mejor obra
      y nadie la puede hacer mejor que yo mismo”–> Bonitas palabras. Le hacen aterrizar a una. ¡Gracias a ti por tu comentario y un abrazo!

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